jueves, 5 de noviembre de 2009

Es más cabrón que bonito

Donde no hay ley, no hay libertad.
John Locke


Entendamos la desesperación de un secuestrado o de sus familias; la furia de un comerciante al que asaltan regularmente; la ira que causa cada violación a hijas, mujeres, amigas, hermanas.
Sumemos cada caso y el resultado será una sociedad que aplaudirá al alcalde Mauricio Fernández Garza, cuando anuncie la creación de un "Grupo de Limpieza" formado por "gente muy dura", para rescatar a San Pedro, --el municipio más rico de México--, de los criminales que lo tienen secuestrado.
Entendamos esa euforia sustentada en la indignación y la impotencia, pero critiquemos la actitud del político que piensa que violar la Ley es la mejor manera de hacerla respetar.
Una sátira de las tantas que escribió el poeta latino Juvenal, nos ayudará a entender el dilema en el que nos mete la proposición de Fernández Garza.
Juvenal hablaba sobre la conducta de las mujeres y sobre el recelo que sienten los hombres hacia ellas.
Si dudas de la fidelidad de tu mujer, vigílala, era el consejo que le daban en la licenciosa Roma que él vivió.
"Oigo lo que me aconsejáis desde hace tiempo mis viejos amigos:
«Echa el cerrojo y mantenla encerrada».
Pero ¿quién vigilará a los propios vigilantes?"
Así respondía Juvenal, y así podemos responder al alcalde de San Pedro: ¿quién vigila a los vigilantes?
La mejor respuesta es: una autoridad que además esté sujeta a leyes, una autoridad que las respete y a la vez respete la libertad de sus gobernados.
Los escuadrones de la muerte, los grupos de mercenarios, que pretendan acabar con los criminales utlizando sus mismas armas y su misma actitud criminal, su mismo desprecio por la Ley, están condenados a perpetuar el mal que combaten.
No importa la legítima indignación, el resultado nos explotaría en la cara.

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