lunes, 16 de noviembre de 2009

De Nigris, o el corazón como virtud inconveniente

"Los hombres, aunque han de morir, no han nacido para eso sino para comenzar".
Hannah Arendt

La brillante escritora alemana de la cita que abre este texto, sabía de lo que hablaba.
Aquel silogismo famoso. Todos los hombres son mortales/Sócrates es un hombre/por lo tanto Sócrates es mortal, con ella adquirió una dimensión distinta.
Sócrates confirmó con su muerte que era un hombre, pero con su obra ratificó lo que Arendt dijo hace 51 años, que la capacidad creadora del ser humano trasciende su tiempo.
Seguimos leyendo sobre Sócrates gracias a su alumno más aventajado y diligente, Platón
.
La razón es simple, somos lo que fuimos, y somos también el recuerdo que tienen de nosotros los que amamos.
El saldo que arroja nuestra vida es la suma de nuestros esfuerzos.
Ahora que murió Antonio De Nigris hagan un balance, sumen sus esfuerzos, verán que el saldo es a favor.
Dejando a un lado sus condiciones técnicas, que eran notables, De Nigris fue un jugador atípico.
Tomaba riesgos. Le daba lo mismo jugar en su confortable Monterrey, que en la desconocida Turquía. Parafraseando a un reclutador de la NFL, dos cosas lo distinguían: "el testículo derecho y el testículo izquierdo".
Ahora que Toño se fue, a su esposa e hija les queda el recuerdo de una vida juntos y mientras lo recuerden no morirá.
Ahora que Toño se fue, a los que nos gusta el futbol nos quedan su entrega en el campo y su talento.
Tenemos como recompensa en esta era digital, testimonios de la contundencia de sus remates y uno de los mejores goles que alguien haya marcado con la Selección Mexicana.
Nacimos para comenzar y lo confirmamos cuando creamos.
Imaginar, crear, pensar, son a su manera formas de engendrar, y al engendrar dejamos nuestro testimonio.
El testimonio de Toño De Nigris es el de un hombre traicionado por su principal virtud, un amor tan grande por el futbol, que incluso lo llevó a desafiar a su propio corazón, maltrecho por una patología que ya su médico en Grecia le había descubierto.
El testimonio de Toño es también su hija, su vida familiar, su amigos que lo despiden, los presumibles cinco minutos de silencio que se guardarán en todos los estadios de México, los homenajes por venir.
El testimonio de Toño es una vida intensa y los sueños, cumplidos o no, que la animaron.
A eso aspiramos todos, a vivir y a soñar y al final, a morir en paz.

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