sábado, 31 de octubre de 2009

Los filósofos futbolistas sí existen

"Si estás en el area de penal y no sabes que hacer con la pelota,
métela en la red y ya discutiremos las alternativas más tarde".
Bill Shankly.

Les dejo una perla para que la disfruten.
Tan cerca del Mundial de Clubes, --al que los Potros de Hierro del Atlante asistirán con más esperanzas de triunfo de las que yo les vaticino--, y con el Mundial Sudafricano a algunos meses, vamos entrando en calor con el espíritu balompédico.
¿Qué les parecería ver una final veraniega por el título mundial de futbol entre Grecia y Alemania?
Ya sé que Grecia no está calificado todavía, tiene enfrente el repechaje contra Ucrania, pero la posibilidad existe.
Lo que nunca imaginaríamos es a Karl Jaspers o a Carlos Marx reforzando el mediocampo y rozándose con Aristóteles y Platón.
No lo imáginabamos pero ahora lo podemos ver, solo pincha aquí y sorpréndete.
Ah, y no eches en saco roto lo que hace Sócrates, que bien se ve que le hizo caso a los consejos de Bill Shankly.

El lector, como el cliente, es primero

Los que escriben y al mismo tiempo afirman que el lector les importa un comino, son descorteses y mentirosos.
Si además de eso no saben ni siquiera negociar de buen corazón con los gerundios bárbaros, como pedía García Márquez, merecen que sea al lector al que le importe un comino los textos que producen.
Yo lo que quiero es ser cortés.

Dejemos de lado lo que escribo y si es bueno o malo y que quede como muestra de mi cortesía al lector, el que le cambié la plantilla a este blog.
Usar fondos negros con invertidos --como de inicio hice-- comporta riesgos, el principal es que se dificulta la lectura.
Así que adiós. Quité el fondo negro, aumenté el tamaño del texto y cambié el tipo de fuente. Que no se diga de mí que además de confuso soy desconsiderado.
Ahora sólo se necesita un poquito de interés y tiempo de los visitantes al blog, para revisar lo que escribo y si se indignan o están de acuerdo, anotar algun comentario.

De vuelos, caídas y lecciones

“No hay una forma de checarlo.
Sólo que yo estuviera con él volando”,
José de Jesús Cabrera Meza,
inspector verificador aeronáutico

Saltillo tiene ya una certidumbre, el piloto de la televisora local RCG, Enrique Amaya Maravilla, es una maravilla para pilotear helicópteros.
Los hace subir y bajar a su antojo con pericia, los hace rotar sobre su eje, orienta el morro de la nave -mientras gira-, a dónde quiere.
Sus aterrizajes eran motivo de alegría para el animador priista y comunicador, Marco Martínez Soriano, que se regodeaba en elogios.
Imagino que la confianza del piloto aumentaba con cada comentario.
Ahora sabemos también que nuestra mayor virtud se puede convertir en nuestro peor enemigo. El talento nos hace en ocasiones tomar riesgos que otro no tomaría.
Según José de Jesús Cabrera, inspector verificador aeronáutico, ya habían recibido una queja por el manejo arriesgado del helicóptero y le llamaron la atención al piloto Maravilla, "de manera verbal".
Fue una queja la que motivó el estirón de orejas, porque Saltillo no está preparado para la vigilancia aérea.
No hay radar, dijo el inspector, así que la vigilancia del tráfico por aire en la ciudad, y se le llama vigilancia porque de alguna manera hay que llamarla, se hace desde la torre del aereopuerto.
Así que la seguridad de los que seguimos anclados a la tierra, está en manos del juicio de los pilotos, de la misma manera que también lo estamos de los que conducen por las calles de nuestra ciudad.
En Saltillo ahora sabemos, no se debe volar a menos de 600 metros por ley.
No sé si será por el ruido o la aprensión que causa una aeronave, pero en las incursiones del helicóptero en cuestión, a ratos nos parecía poder tocarlo con las manos.
Sin saber todavía la causa del accidente, esperemos que la lección que arroje sea ejemplar.
En nosotros quedará también la vigilancia de que se cumpla la ley. Si es cierto lo que Cabrera Meza dice, que:
“Cuando hay una queja, nosotros actuamos, investigamos y levantamos un acta", hagamos de vigilantes y señalemos las conductas peligrosas, no esperemos que se repita lo del viernes pasado.
No esperemos que un flamante helicóptero termine de nuevo como se ve en la gráfica de Miguel Sierra, hecho un amasijo de hierros, con el logo de RCG adornándolo de fondo.

viernes, 30 de octubre de 2009

¿Te doy un Norte?, no te descuides


Lo tantas veces temido sucedió, el helicóptero de la televisora RCG cayó en la zona urbana de nuestra ciudad, Saltillo; dicen que por fallas técnicas.
Sin definirse todavía las causas, lo que se debe resaltar es la irresponsabilidad con la que la empresa de comunicación hacía alarde de su “tecnología de punta”, y de la pericia de su piloto.
De apellido Maravilla, el piloto en cuestión no dejaba pasar oportunidad para mostrar sus dotes en los diarios y matutinos vuelos.
Estimulado por el aplauso, inspirado por los elogios de su jefe Soriano y con la ventaja de que el control de tráfico aéreo en la ciudad, o no existe, o si existe es laxo, o si es estricto no lo respetan, a diario veíamos las filigranas aéreas temiendo lo peor.
Bueno, pues lo peor llegó, y si es cierto lo que RCG emitió en su comunicado: “Que fue un aterrizaje forzoso”,
podemos decir que la pericia del piloto evitó un desastre.
Sí, la pericia y el horario del accidente, pero así como esos dos motivos evitaron la tragedia, la soberbia actitud de la televisora, sumada a la complacencia de las autoridades le dieron al último viernes de octubre un mal recuerdo, y si esas actitudes se repiten, un mal presagio.
Todavía recuerdo la cobertura de la serie de campeonato de los Saraperos, ahí estaba el helicóptero, sobrevolando el parque y no olvido los comentarios de Ernesto Jeréz, el "dígale que no a esa pelota" de ESPN, molesto por esos vuelos.
Seguramente repondrán el helicóptero, la televisora tiene ilustres padrinos, esperemos que las conductas cambien, tanto de la televisora, como de esos padrinos tan prestigiosos.

jueves, 29 de octubre de 2009

¡Pero si era un chiste!

No soy dicharachero ni ocurrente frente a personas que no conozco. No es que lo sea mucho frente a los amigos, pero con ellos me relajo un poco y soy más atrevido en mis comentarios.
La situación cambia cuando cambia el ambiente.
En cuestiones de trabajo soy, --aquí busco rápido un adjetivo que supla al de `pelmazo` para no quedar mal y se me ocurre--; impenetrable.
¿Es ese un defecto?, pues pregúntenle a Jeffrey Max Jones qué opina.
Si él tuviera sólo un poquito de ese aire reservado al hablar que me caracteriza ante desconocidos, es posible que no se hubiera sumado a la larga lista de desempleados del país.
Hasta ayer el ocurrente Max era subsecretario de Fomento a los Agronegocios de la Sagarpa, pero su boca lo traicionó.
Bien dice un sabio refrán, ¿chino, japonés, coreano, saltillense?, "cállate, es mejor que piensen que eres un tonto, y no que lo comprueben".
Jeffrey vivió su peor tarde desde el lejano diciembre de 2006 en que tomó el cargo, cuando en un foro de política agropecuaria soltó una perla: “hay muchas cosas que el sector (rural mexicano) puede aprender del narcotráfico (...) porque produce lo que demanda el mercado y usa tecnología (...) y si hay alguien que sabe de mercado son ellos”.
Aplausos diría Memo Ríos y lo haría con razón, porque la ocurrencia estuvo buena, digo... si la hubiera contado en el Bar Bristol, o en cualquier otra cantina o en alguna reunión entre amigos.
Si ahí lo hubiera hecho, ¿quién sabe, a lo mejor hasta los diputados que pidieron su cabeza y la obtuvieron se lo hubieran celebrado?
Otro aforismo a modo se me viene a la cabeza. Sólo somos dueños de las palabras que no han salido de nuestra boca. Ya salidas, las palabras pueden ocasionar que nos la rompan, la boca claro.

miércoles, 28 de octubre de 2009

El Maestro de Ciudad del Cabo y la despedida

10 de 10 Desgracia
John Maxwell Coetzee

Los 9 anteriores libros que reseñé, los que aparecen en las antiguas entradas, los leí antes de los 20 años, después de eso encontré muchos otros autores, muchos otros libros excelentes, pero ninguno me causó el impacto que los que hasta aquí he comentado.
Los 10 que menciono y que con esta entrada acabo, fueron capitales por su calidad y por las circunstancias.
Puse a Bradbury y a Russell en la lista, pero no a Flaubert, a Tolstoi, a García Márquez, a Chejov, a Orwell y a tantos otros.
La razón es que el deslumbramiento que me causaron y la sabiduría encontrada en los 10 de la lista, fueron mayores porque llegaron a mis manos en el momento justo.
Es como si andando por la calle buscara ansioso una dirección y entonces llega alguien y me la da.
Además de deslumbrarme y darme conocimiento, cuando los leí, estos libros fueron útiles.
Esa creo es la razón para dejar fuera monumentos literarios como "Ana Karenina", o "Madame Bovary", o "Las Partículas Elementales".
Pues bien, cumplí 20 años y tuvieron que pasar 15 más para conocer un autor y un libro que me provocara una sacudida equiparable a, por ejemplo, "Crimen y Castigo".
Ese autor fue John M. Coetzee y el libro fue "Desgracia"
Observen al perro de la portada, no se ve más allá pero imagino que atrás y delante de él no hay nada. Al perro le tiemblan las patas, le falta firmeza, por las posición de las orejas parece que escucha algo, pero como imagino que no hay nadie, lo que escucha quizá sea sólo una falsa alarma... quizá el viento.
Sin embargo, aunque no parece haber nadie cerca, pronto llegarán, se ven las marcas que revelan un camino.
Pronto el perro sabrá lo que le espera, se ve que es joven pero con una vida dura, de privaciones y malas experiencias, sin embargo, ¿cómo saber si quien se le acerque le extenderá una mano solidaria o le dará con un palo?
El perro la pasa mal, quizá antes era distinto, pero ahora, está en el suelo, cayó en desgracia.
Esa, creo, es la razón para utilizarlo de portada en la mejor novela que he leído en los últimos 15 años.
En "Desgracia" se cuenta la vida de David Luri, un profesor divorciado de 52 años, que restringe al máximo sus relaciones personales. Sólo visita los jueves a una prostituta llamada Soraya en una relación exenta de problemas.
Tiene una hija a la que nunca ve y un puesto reconocido en la Universidad, pero comete un error, se enamora de Soraya y se rompe así la relación comercial que tenían.
En medio de la complicada situación que vive, se vuelve amante de una alumna y cuando se descubre la relación, y a pesar de que puede conservar el empleo si miente, decide renunciar.
Sin trabajo ni expectativas decide visitar a su lejana hija en el campo donde vive, y ahí ocurre una tragedia que le cambia la vida.
La novela es contundente, es un golpe seco en el estómago y replantea muchas cosas, como el sentido de la vida.
Discute sobre el racismo, el machismo --llega a la conclusión de que las mujeres estarán mejor sin los hombres--, habla de las relaciones filiales rotas, sobre el orgullo y la comunicación practicamente inexistente y sus fatales consecuencias.
Ah, también habla del destino del perro de la portada, nos dice si encontró una mano solidaria o al final lo molieron a palos.

Rulfo y la épica del campo

9 de 10 El Llano en Llamas
Juan Rulfo

El carácter explosivo de este libro no va en relación con su tamaño, apenas son 17 cuentos y no llega a las 200 páginas, pero cuando me decidí a leerlo no me arrepentí.
Tuve una edición de Editorial Planeta, en la que además de estos cuentos, venía "Pedro Páramo", la mejor novela que ha escrito un mexicano, y que consolidó a Rulfo como una figura mundial de las letras, pero en uno de tantos préstamos perdí ese libro sin haberlo leído.
Así que fue en la modesta edición del Fondo de Cultura Económica, en la que conocí la prosa áspera y enjunta de Rulfo.
Las frases cortas y la recreación de ambientes austeros para darle vida a tragedias personales son mi debilidad, ahora más que antes, y creo que fue con estos cuentos con los que se empezó a gestar ese gusto.
Si bien hablo del "Llano en Llamas" como un libro que me cambió la vida, para ser más exacto son algunos cuentos los que más tengo presentes.
El primero es "Diles que no me maten", lo leí hasta el cansancio, inicia como decía Virgilio, "in media res" (a la mitad de las cosas) y de ahí va desgranando una historia de venganza.
El cuento tiene un inicio contundente, vean si no.
--¡Diles que no me maten, Justino!
Anda, vete a decirles eso. Que por caridad.
Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
--No puedo. Hay allí un sargento que no
quiere oír nada de ti.
--Haz que te oiga. Date tus mañas y dile
que para sustos ya ha estado bueno.
Dile que lo haga por caridad de Dios.
--No se trata de sustos. Parece que te
van a matar de a deveras. Y yo ya
no quiero volver allá.
--Anda otra vez. Solamente otra vez,
a ver que consigues.
--No, no tengo ganas de ir. Según eso,
yo soy tu hijo. Y si voy mucho con
ellos, acabarán por saber quien soy
y les dará por afusilarme a mi también.
Con un inicio, un desarrollo y un final perfecto, este cuento me ha acompañado siempre.
Lo leí por gusto, luego en la Normal lo leí por obligación para la clase de Literatura Mexicana, de vez en vez hojeo el libro y siempre me detengo para releerlo.
Otros cuentos también frecuento, como "Luvina", una narración que cualquier aspirante a maestro debe leer, o "Es que somos muy Pobres", ese recuento de desgracias de una familia que no pierde la entereza, o "No Oyes Ladrar los Perros", que me dejó la duda de si el hijo murió o no al llegar al pueblo a lomos de su padre.
Rulfo es una lectura imprescindible y es muy afortunado quien no lo haya leído aún, pues su descubrimiento será una agradable sorpresa para quien le dedique tiempo a su obra.

La lección de Bradbury

8 de 10 Crónicas Marcianas
Ray Bradbury

"¿Qué ha hecho este hombre de Illinois (...),
para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad?".
Jorge Luis Borges,
en el prólogo de Crónicas Marcianas

Siempre he sentido inclinación por el género fantástico. Alguien, alguna vez me criticó la afición por inútil y no supe que decirle, años después, en una biografía de Tolkien encontré una justificación.
Al escritor del "Señor de los Anillos" lo acusaban de escapismo, de escribir historias de mundos irreales y desentenderse de la actualidad, el filólogo inglés se comparó con un preso que sólo tenía consuelo al mirar por una pequeña ventana de su celda y viendo el recorte del cielo, soñar con salir volando.
¿Pueden criticar los deseos de ese preso? preguntaba; no había necesidad de hablar más.
Pasaron más años y entonces leí las "Crónicas Marcianas" de Bradbury.
Conseguí el libro en la Editorial Minotauro con prólogo de Borges, y esa introducción le dio una dimensión distinta a la colección de cuentos marcianos y a mi me regaló una defensa a mi pasión.
Ahí, en poco más de dos páginas entendí las virtudes de la buena literatura fantástica.
Borges se preguntaba, ¿por qué invenciones fantásticas, por qué las colonizaciones de Marte me conmueven? La respuesta es brillante y la transcribo:
"... toda literatura es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas recurra a lo `fantástico´ o a lo `real`, a Macbeth o a Raskolnikov (...), en este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad...".
¡Cómo quise volver a encontrarme al lejano crítico de mis gustos!, pero no fue posible, de nuevo confirmé que mi ingenio para argumentar se enciende media hora después, o en este caso, algunos años tarde.

martes, 27 de octubre de 2009

Lo feo es hermoso

7 de 10 Macbeth
William Shakespeare

Shakespeare sigue pareciéndome difícil, pero hechizante, igual que las tres brujas que aparecen en la primera escena de este magnífico libro.
Inicié Macbeth hace muchos años, más de 20, con buenas expectativas y sin saber que era una tragedia, en realidad sin saber nada de él.
Lo compré sólo porque Shakespeare es un clásico y ¿quién no conoce un clásico aunque nunca lo haya leído?
En fin, empecé a leerlo y esas brujas con su caldero y sus profecías me sedujeron.
Si bien la traducción era excelente y los personajes que encontraba tenían una dignidad real de inicio, fue la trama de nota roja la que me hizo leer la tragedia de principio a fin.
Cuando conocí a Lady Macbeth recordé la sobada frase: "detrás de un gran hombre hay una gran mujer" y vi que también la mezquinidad y la traición, para funcionar mejor, requieren de la colaboración conyugal.
¡Qué terrible es Macbeth y que terrible es William en sus tragedias!, no le da al efímero rey de Escocia ningún resquicio de salvación.
El poeta de Stratford-upon-Avon lo pone en un tobogán y lo hace dar un paso al frente.
Macbeth se comporta como un chacal, aunque con breves vacilaciones, que no terminan por disuadirlo de matar a su rey. Luego manda matar a su amigo Bancuo y después a su familia.
La tragedia se desenvuelve con soltura entre ríos de sangre y traiciones, y confirma lo que ya se sabe, el arte le da belleza y un aura de dignidad a la maldad.
Como cantaban las tres brujas en la primera escena: "Lo feo es hermoso".

Octavio, aPazionado de la crítica

6 de 10 El Laberinto de la Soledad
Octavio Paz

Regresé a la preparatoria en el `87 luego de perder unos años, pero no dejé de trabajar.
Seguí vendiendo pescado y rentando videos y reforcé el vicio que no me ha dejado, la compra de libros y la lectura.
Tengo una particularidad y no creo ser él único, estoy seguro que no. Compré varios libros que nunca leí.
Llegaba a las librerías y leía solapas, escuchaba sugerencias y salía con una bolsa.
Me decepcioné muchas veces, quizá por impaciente y a veces con razón.
Tuve "Viaje al Fin de la Noche" de Louis Ferdinand Celine mucho tiempo y nunca lo leí, parece que fue un error, compré "Entre Marx y una Mujer Desnuda" y "Materialismo y Empirocriticismo", y no tengo ningún remordimiento en haberme deshecho de ellos sin tocarlos.
Entre tantos descubrimientos, recuerdo con agrado el de Octavio Paz y sus estudios sociológicos, fue en la Librería Zaragoza donde encontré ese librito que de inicio me pareció impenetrable, pero que me cautivó por su lenguaje.
No sé de un ensayista en español tan lúcido, tan crítico y con un manejo de lenguaje tan preciso. Octavio Paz es una figura irrepetible y estoy agradecido de haber visto sus programas y leído sus libros.
Recuerdo que compré la revista Vuelta por años y lo hice porque en mi pequeña mentecilla de entonces, entendía que la defensa de la Democracia ante los regímenes dictatoriales como el de Castro, y la revaloración de la autocrítica que tanto asusta a la izquierda mexicana, eran capitales para hacernos un país moderno.
Esto lo puedo expresar asi en estos momentos, con los años y las lecturas vividas, pero en aquel lejano pasado, aunque no lo hubiera dicho de esta manera, así lo pensaba.
Parafraseando a Paz: El joven que camina por este texto, estaría de acuerdo con el hombre que lo escribe.

Ser o no ser, de eso se trata

5 de 10 Por qué no Soy Cristiano
Bertrand Rusell

Creo que a todos les pasa, a mí me sucedió a los 17 años.
Trabajaba vendiendo pescado y rentando películas en formato Beta, dense cuenta del tiempo que ha pasado, cuando le pregunté a un maestro de Filosofía de la Mariano Narváez, del que no recuerdo su nombre y que era cliente habitual del videoclub, qué pasaba con Dios y con la muerte y la vida y esas cosas.
Se sonrió y me dijo que era normal que me preocupara por eso y de lo que me dijo solo me queda el vago recuerdo de que fuera cual fuera la respuesta que encontrara en los libros, iba a ser incompleta. Tenía toda la razón.
"Crecí con la biblia en la mano", si eso es posible y recuerdo que la leía con regularidad, buscaba en el Nuevo Testamento todas las intervenciones de Jesús, expulsando demonios, corriendo a los mercaderes del templo, o enfrentando las tentaciones del Diablo y siempre me quedé con la sensación de que le faltaban a sus actos un tinte heroico.
En ese tiempo, allá en mi infancia, alternaba mis lecturas bíblicas con las revistas del Hombre Araña y aunque sabía de los campos diferentes que trataban, no dejaba de comparar al hijo de José, con el sobrino de Ben Parker.
No me parece una falta de respeto, era un niño, incluso no me parece una falta de respeto ahora, con tantos años transcurridos.
Pues bien, si en la niñez mis cuestionamientos a la religión eran de forma, en mi adolescencia fueron de fondo.
Regreso al videoclub y al consejo del maestro jarocho.
A instancias de él empecé a leer libros sobre religión, algunos redundantes, algunos lamentables y de entre esa masa de textos y autores surgió un nombre: Bertrand Russell y un libro, "Por qué no Soy Cristiano".
Gracias al Sir inglés vi a la religión con ojos críticos, aunque también gracias a él y a mi edad, me volví bastante provocador, no le rehuía a ninguna polémica religiosa.
Si un libro realmente cambió mi vida de una manera radical fue este, aunque con los años y confirmando lo que el profesor aquel me profetizó, las respuestas encontradas han sido incompletas.
No importa, bien lo dijo Russell: "Lo que los hombres realmente quieren no es el conocimiento sino la certidumbre".

El Síndrome de Stendhal

4 de 10 Rojo y Negro
Henri Beyle, "Stendhal"

"Es gracioso el verbo guillotinar, no puede conjugarse en todos sus tiempos; se puede decir: “Yo seré guillotinado, “tú serás guillotinado, pero no se dice, “yo he sido guillotinado”.
Danton
Tengo una particularidad, más bien una manía, me gusta tener siempre cerca algún libro, no importa lo que esté haciendo y me gusta dejar a un lado lo que hago por un momento y distraerme con él.
Cuando abrí por primera vez "Rojo y Negro", lo recuerdo muy bien, estaba planchando mi ropa. Acababa de comprar la novela en una edición de pasta dura y empecé a hojearla.
Me gustó su olor, la rugosidad de las hojas, el tamaño del libro que se ajustaba tan bien a mis manos.
He aprendido con los años que la primera relación con un libro es física, una edición bien encuadernada, de buen papel, resistente y flexible es un buen augurio.
Súmenle a eso la novela del mejor escritor francés que he leído y tendrán 22 años de agradecidos recuerdos.
"Rojo y Negro" me regaló un personaje memorable, Julien Sorel, que como yo tenía grandes aspiraciones y muchos temores.
Para subir en la escala social, el jovencísimo, escuálido y medroso Julien se propuso seducir a Madame Rênal, su patrona y esposa del alcalde, y buscaba alguna señal para iniciar sus avances.
Pensaba: "si la encuentro en este corredor le digo que la quiero", pero, al encontrarla le daba miedo y se arrepentía. Cada vez se proponía una situación más inverosímil para declararle su amor, y cada vez que la situación se presentaba, por miedo la dejaba pasar.
Hasta que se dio el pasaje que más recuerdo, cuando se propone tomarla de la mano en un paseo nocturno por el jardín.
Pasean Julien y Madame Rênal, platican, ríen, pero Julien sólo piensa en seducirla. Se sientan en una banca y el tiempo pasa, Julien sólo piensa en tomar de la mano a Madame Rênal, si se suelta dejará para siempre la casa.
Pero el tiempo pasa y no se decide, la señora se levanta y vueve a sentarse y Julien se pone un límite, cuando suene el reloj lo hará.
Se llega la hora y le toma la mano sin verla, en la oscuridad, ella intenta zafarse, él la aprieta un poco y luego de un ligero forcejeo terminan tomados de la mano sin hablarse.
Stendhal te quita la respiración mientras te narra ese pasaje del jardín, es la maestría del narrador genial, un escritor que nos regala una crónica de la Francia restaurada y en la que la hipocresía es el motor social.
La novela cuenta el ascenso de Julien Sorel y su estrepitosa caída, habla del desprecio a una sociedad en transformación, habla de castigos, de la guillotina como medio, y habla sobre todo de un héroe obstinado y sin escrúpulos que recibe su merecido, pero sólo porque él lo permitió.

Y llega el mago... Borges.

3 de 10 Ficciones
Jorge Luis Borges

Son pocos los escritores que no me decepcionan al releerlos.
De los de esta lista --en la que voy en el tercero de 10-- claro que ninguno, pero si tuviera que quedarme con algún nombre mencionaría al espléndido Jorge Luis Borges.
Para valorarlo me faltarían adjetivos, situación con la que el argentino estaría en total desacuerdo, pues él odiaba las adjetivaciones inútiles.
De sus libros, "Ficciones" es mi elección, por los recuerdos.
Compré la edición de Alianza en el ´86 y ni enterado que ese año había muerto.
En ese tiempo había dejado la escuela y mientras vendía pescado y surtía cazones en el Mercado Juárez, me daba tiempo para leer "Tlón, Uqbar, Orbis Tertius", "Funes el Memorioso" y "El Jardín de Senderos que se Bifurcan".
No les entendía gran cosa, ¿podía decirle algo a un vendedor de pescado, un cuento sobre un lugar imaginario en el que los objetos existen sólo cuando se piensan?
Pues bien, contra todo pronóstico Borges me atrapó con su lenguaje preciso y su erudición. Creo que ahí nace mi admiración por todo escritor que sustente en obras clásicas sus argumentos.
Con "Ficciones" bajo el brazo visitaba a mi novia de entonces y una noche me invitó a cenar.
Como no pude entrar a su casa, tuvo que servirme en la calle y terminé olvidando esa edición de Alianza que conservé por años, en una ventana.
Así de peligroso es el amor y el hambre cuando se alían, nos hacen olvidar a los amigos fieles.
He tenido otras ediciones, pero siempre recuerdo aquella lejana que me reveló al argentino y me hizo ligeras las largas colas en los bancos.

El segundo fue un "Castigo"

2 de 10 Crimen y Castigo
Fiódor Mijáilovich Dostoyevsky

Los libros nos hablan a nosotros en particular, ese es el encanto de la literatura, es un diálogo entre dos.
Pero el diálogo se da entre iguales, ni el texto debe oprimir al lector, ni el lector al texto.
La subordinación del lector al texto, o la animadversión del lector sobre el texto, lo que propician es un monólogo.
Cada libro busca a su lector, lo dijo Borges no yo, y cuando lo encuentra, entonces se da el hecho estético.
A mí "Crimen y Castigo", esa maravillosa novela de Dostoievsky, me buscó en siete ocasiones antes de encontrarme.
Compré una edición barata y empecé a leerla en seis ocasiones sin avanzar de las primeras páginas. Entonces llegó el momento adecuado.
En el séptimo intento entendí a cada personaje, di vueltas en el cuartucho de Raskolnikov y vi en sus arranques de impaciencia los que tuve y tengo, cuando conocí al alcohólico Marmeladov y sus luchas inútiles para no llevar a la miseria a su familia, tuve miedo de alguna vez ser cómo él, vi en la madre de Rodion y su hermana a las mías.
También supe lo que era ser una persona que nunca seré.
Dostoievsky me enseñó, aunque lo entendí después, que la literatura nos permite vivir experiencias ajenas y entenderlas, le dio sustento a lo que intuía, que el arte es una forma de conocimiento simbólico del mundo.

lunes, 26 de octubre de 2009

El primero de mis diez recuerdos literarios

Hay eventos que no podemos olvidar. Que no nos lo permiten.
Un sueño, un temor, una pasión, un hecho vergonzoso nos han acompañado siempre por su significado.
En mi caso fueron libros los grandes acontecimientos de mi vida.
Me acompañará hasta el final el olor de la edición que leí del "Rojo y el Negro", el mismo olor por cierto que tenían los himnarios de la iglesia a la que asistí de niño.
Como un ejercicio ocioso, enlisto ahora los 10 Libros que Cambiaron mi Vida, no necesariamente los mejores, más bien los que al recordarlos me remiten a una época de mi vida que fue feliz y reveladora, o triste, pero también reveladora.
Una nota al margen, la lista que inicio en esta entrada comprende 9 libros que leí antes de los 20 años, sólo un autor logró cautivarme a una edad mayor, si quieren saber quién fue, tengan paciencia.


1 de 10 El Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes

Francisco Ayala, el agudo escritor español señala el principal atributo del Quijote, su intemporalidad: "Lo leí de niño, lo leí de adulto, lo leí de viejo, lo leo de centenario. Es un libro perpetuo para mí, renovado siempre".
Bueno, pues me pasa lo mismo, lo leí, lo releo, a veces como ejercicio, como calistenia mental lo abro al azar y leo o escribo algunos párrafos, algo parecido a cuando un lanzador calienta antes del partido.
No me ha servido para mejorar lo que escribo, pero eso no es culpa de Cervantes.
Aquí una curiosidad que encontré: "para escribir el Quijote en
Twitter, Cervantes necesitaría 15.000 tuits. Para enviar el Quijote por SMS, Cervantes pagaría unos 2200 euros, digo, unos 40 ducados de oro, según se estima. “n 1 lgar de la Manch d cyo nbr no kiero akdm…”

La herrumbrosa realidad sudafricana

"Tan oscuro como el corazón
de una aguja".
Joseph Brodsky

En el discurso de recepción del Nobel, el escritor ruso Joseph Brodsky afirmó que si el arte enseña algo, es “el carácter privado de la condición humana”.
Esto que el arte muestra vale tanto para el escritor como para el lector.
El sudafricano John Maxwell Coetzee, abierto admirador del ruso, es un claro ejemplo de esta idea, sus novelas son reveladoras, no dan concesiones, y muestran una realidad tan aterradora y vacía, como la dinámica interior de sus personajes.
En la Edad de Hierro (1993), Coetzee continúa con su exploración de la realidad en Sudáfrica, y de la tensa relación entre la población negra y blanca del país africano, en pleno apartheid.
La novela es una extensa carta que Elizabeth Curren, académica universitaria con cáncer terminal; le escribe a su hija exiliada en Estados Unidos.
La redacción la inicia el día en que el médico le confirma el diagnóstico y en el que conoce a Vercueil, un vagabundo negro que duerme entre cartones y se acompaña de un perro.
La Edad de Hierro parece un largo monólogo en el que la narradora intenta darle sentido a la realidad que se vive en Sudáfrica, un lugar en el que: "abrir un periódico, encender la televisión, es como arrodillarse y que te orinen encima".
La señora Curren entabla una extraña relación con Vercueil, que no deja de lado un sesgo erótico; a quien le pide que cuando muera se haga cargo de entregar el manuscrito a su hija.
Unidos por la necesidad, Vercueil de un lugar donde dormir, la señora Curren por el temor que siente ante la cercana muerte; esta "pareja dispareja" vive en una Ciudad del Cabo al borde de la explosión.
Por diversas circunstancias, la casa de la anciana sirve de escondite a Bheki, hijo de su criada, y a John; dos adolescentes que forman parte de una rebelión armada.
Cuando los dos son asesinados, la narradora desvía su atención al ambiente a punto de estallar que la rodea.
Con Vercuiel como un moderno Virgilio que no guía, más bien la acompaña en sus paseos en auto, la señora Curren empieza a fantasear con imágenes vinculadas al fuego.
Una y otra vez se ve a sí misma bañada en gasolina, con un cerillo en la mano, y a punto de arrancar como antorcha humana por una de las calles más transitadas de la ciudad.
Una y otra vez su deseo se apaga ante el frío Vercueil y ante la certeza de que a pesar de el desarraigo que pueda sentir ante Sudáfrica, es más fuerte el deseo de pertenencia.
Un racionalista de la prosa como Coetzee nos da con la Edad de Hierro, un diamante duro, pulido y tan oscuro como el corazón de una aguja.

¿Tv 1, Literatura 0?

"No queremos leer.
Que no nos interesa.
Que no. Que no queremos.
Que no haya libros y ya. Punto. No.
¡Que no!... Ene, o = NO".
Guillermo Sheridan,
Saltapatrás


La extendida pugna entre televisión y literatura se vive en México como una batalla desigual e inútil.
Algo como enfrentar a peleadores de pesos distintos y de disciplinas diferentes, en escenarios adaptados.
Debemos a las estadísticas verdades prístinas, la última es el revelador 2.8 en libros leídos al año por mexicanos... y en esa encuesta estamos todos.
Cualquiera de los numerosos investigadores culturales que vagan por las calles, se remitirá al estigmatizante guarismo cuando se cruce con algún compatriota de Benito Juárez. No importa que luego de leer las obras completas de Cuauhtémoc Sánchez, el sujeto en cuestión haya pasado el promedio.
Los números marcan y los prejuicios no se borran.
En comparación, las horas invertidas frente al televisor causan vértigo.
¿30, 27, 35 horas a la semana; quién da más?
El embrujo de las hondas electromagnéticas es irresistible.
Imagino a algún distraído Premio Nobel desconfiado de inicio ante un talk show, y al final intrigado por el inminente cambio de sexo de un padre de cinco.
Por otro lado, no veo a un asiduo seguidor de las novelas de Emilio Larrosa enfrascado en la prosa de Coetzee
... nos gusta lo fácil, lo cerrado, lo que podemos manejar y no nos genera conflicto.
Para el fiel continuador del carmensalinismo, el devoto televidente, los equivocados son los otros y así en el combate cuerpo a cuerpo, la enclenque, reblandecida y vacía retórica televisiva, se impone a la rugosa, nervuda, áspera prosa del sudafricano por asfixia.
Son dos entes de naturaleza distinta, uno hace de la ignorancia una virtud y el otro vuelve a la autocrítica el inicio del conocimiento.
Reflexionando: ¿es tan grave, es cierto y debemos preocuparnos por el terreno que pierde la palabra impresa?
La respuesta a las tres preguntas es sí y no, pero eso es tema de otra columna.

Seth, un brillante indio londinense

Decir que Vikram Seth es un escritor indio es faltar a la verdad. A pesar de su nombre y de haber nacido en Calcuta, el autor de "Una Música Constante" tiene una clara influencia británica.
Decir que Vikram Seth es un novelista es inexacto; aunque "Un Buen Partido", esa monumental novela de casi dos kilos de peso y más de mil 300 páginas, permita comparar al egresado de Oxford, con escritores de la talla de Flaubert, Proust y Tolstoi.
No obstante sus notables cualidades narrativas, Seth es un consumado poeta. De hecho su primera novela, "The Golden Gate", es un brillante ejercicio en verso ambientado en California.
Con varios volúmenes de poemas como "All You Who Sleep Tonigth" y "The Humble Administrator's Garden" y un premiado libro de viajes, "Desde el Lago del Cielo"; el calificativo de novelista no define las inquietudes literarias de este escritor con inclinación a los estudios políticos.
En la novela que interesa a este blog, "Una Música Constante"; se muestran con claridad las particulares aptitudes de Seth.
Un prosa que linda con lo poético, equilibrada, con variados recursos estilísticos; un atinado uso de las formas dialogadas, y la certera recreación de ambientes y personajes bien construidos, hacen de la novela de 1999 una narración memorable.
Ambientada en Londres, Manchester, Viena y Venecia, "Una Música Constante" es una novela de amores frustrados y pasiones eternas.
La obra en cuestión pone a la pasión por el arte sobre cualquier otra inclinación y afirma lo ya sabido, pero frecuentemente olvidado:
el tiempo no se recupera nunca, aunque Proust diga lo contrario.
Ninguna magdalena mordisqueada se compara con el beso dado 10 años atrás.
Michael Holme es un músico virtuoso con aspiraciones modestas en un cuarteto --el maggiore-- dónde es segundo violín.
Su vida es apagada, sin sobresaltos y su espíritu adormecido es tan neblinoso y frío como el natural clima de Londres.
Alternando clases particulares y diseminados conciertos, Holme y su inseparable violín Tononi --que ni siquiera es suyo, ya que su maestra de infancia se lo prestó-- viven en la comodidad que da una vida sin grandes expectativas.
Con una joven amante a la que no frecuenta, un departamento hipotecado, un violín en recaudo y un padre lejano y enfermo, Michael sólo tiene recuerdos y de entre ellos, el de Julia, una pianista a la que amó y abandonó 10 años atrás, no lo abandona.
Y es el regreso de Julia el que desaparece la abulia de su vida, aunque los años pasados dejan saldos dolorosos.
Con Schubert y Bach siempre presentes, con la poesía en cada recodo y el amor a la música siempre presente, "Una Música Constante" es una experiencia imborrable y Vikram Seth un autor imprescindible.

viernes, 23 de octubre de 2009

Los energúmenos también son votados, luego deberían botarlos

¿Ah, los hijos tan ingratos!, diría Maricela Sánchez Téllez.
Nueve meses en el vientre no cuentan cuando con los años, el vástago querido se convierte en Diputado y para colmo priísta.
Maricela tuvo un hijo, y con él constantes dolores de cabeza, para ella y ahora para la política nacional.
Cristian Vargas, su retoño, no mostró grandes dotes académicas, pero sí una particular inclinación por argumentar a empujones e insultos sus propuestas.
Entre sus gracias se cuenta el robo de una bicicleta para subirla a la tribuna de la ALDF, pinche
aqui, (y no me estoy dirigiendo al diputado), además de abrir la asamblea rompiendo una puerta de cristal porque no lo dejaban pasar.
Ahora, el bravucón enfrenta la denuncia que su mamá integró por las amenazas y agresiones que sufrió en abril del 2008. Esto publicado en un periódico de circulación nacional.
Algunos insultos más, algunos empujones y el apoyo del papá le dieron a Cristian Vargas una anécdota para presumir con los amigos.
Seguro ese émulo de "Henruchito" vive una realidad alterna, donde prefiere que lo llamen Dipuhooligan, "porque suena con más caché", a Dipuporro, pues dice que no se lo merece "porque no estudió".
Mientras se resuelven sus asuntos, tanto con el PRI, como con la ley, le fue asignada la capacitación de legisladores en el Distrito Federal, ahí en el nombramiento, el diputado destacó la importancia de la autocrítica, un concepto que quizá no conozca y entoces sería un inocentón o quizá sí, lo que lo convierte en un cínico.
Me inclino a pensar que es lo segundo
El incidente que causó la denuncia de su madre es revelador, ¿podríamos llamarlo pintoresco?, ahí se los dejo.

Destaca (el diario) que Maricela se iba a meter a bañar
pero puso el pasador para saber cuando entraran a la casa.
“Llegó mi hijo y empezó a insultarme diciendo:
“Estás loca, pendeja, hija de tu pinche madre,
te voy a sacar de mi casa porque es mía,
pinche puta ratera, voy a hacer que te metan a la cárcel”.

Modesta defensa de la Democracia

"El peor analfabeto es el analfabeto político.
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida, el precio de la alubia, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los medicamentos, dependen de decisiones políticas.
El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos, el político corrupto".
Bertolt Brecht

El "idiotés" para los griegos era el desentendido de los asuntos públicos.
Un ciudadano que sólo se preocupaba por el bienestar de su familia y sus finanzas, a los ojos de lo helenos era un tonto. Tenían, como en tantas otras cosas, razón.
Recuerdo el ejemplo que el español Savater dio para justificar el interés en política.
Imaginó un avión con el motor en llamas, manejado por pilotos ineficaces y con unos terroristas amenazantes al mando. Luego preguntó qué sería lo más sensato, ¿poner algo de empeño en arreglar la situación para evitar que el avión se desplome, o desentenderse leyendo o mirando por la ventana?
La respuesta es personal y decisiva, las consecuencias sin embargo afectan un campo más amplio que el doméstico.
Si el que lee se inclina por intervenir opta por la práctica Política, si en cambio desea comparar las formas de la nube que ve pasar con la cara de algun vecino, está dentro de la categoría del criticado ciudadano ateniense del inicio de este texto.
Mientras la Ética se ocupa de un campo más personal y sus alcances son más limitados en el espacio y en el tiempo, la práctica política intenta crear condiciones para que los grupos humanos se comporten con valores que les permitan vivir en sociedad.
¿Cómo elige esos valores?. Observa, recapitula, compara sociedades actuales y pasadas, descarta actitudes nocivas, rescata lo útil.
Así se llega al consenso casi general de que la mejor forma de gobierno conocida es la Democracia.
No hay otro sistema político conocido que lo supere, porque se sustenta en la libertad, en la tolerancia, el respeto a las minorías, la igualdad y la solidaridad.
Tiene sus terribles fallas, ya que permite que demagogos y gente sin escrúpulos llegue a posiciones de poder, pero ninguna falla puede deslegitimar un sistema que le da libertad al ciudadano de elegir.
Puestos a simplificar sólo habría dos opciones políticas, o elegimos a nuestros gobernantes y les pedimos rendición de cuentas y los removemos si no funcionan, o los que nos gobiernan se autoproclaman en su puesto y manejan el poder a discreción, sin ningún contrapeso.
¿A quién se elige, a quién se deshecha?, ojalá fuera una decisión fácil. En el párrafo anterior se simplifican las opciones, pero en la práctica no hay una sola Democracia, ni un solo sistema autoritario.
Un autoritarismo puede tener rasgos democráticos, y hay quien habla de la "Dictadura de la Democracia" y lo hace con razón.
Para dejar alguna luz, vale recordar lo que escribió Karl Popper. El sistema político al que debemos aspirar, es uno en el que se creen los mecanismos que nos permitan relevar del poder a los políticos ineficaces, sin derramamiento de sangre.
Sea cuál sea la opción, lo que debemos evitar es buscar por la ventana del hipotético avión, a qué amigo se parece la nube que vemos pasar en la caída.

Arranque impulsivo

Una entrada antigua *
"Padre, padre!¿Adónde vas?
No camines tan deprisa.
Habla, padre, habla a tu hijo
o me sentiré perdido".
William Blake


Bitácora del capitán I

Dante, a mitad del camino de su vida, se extravió en una selva oscura, y no encontró mejor manera de recomponer el rumbo que sentarse a escribir.
Nada extraño, perderse es común, escribir para poner las cosas en orden también, lo que varía es el resultado.
El italiano nos regaló con su ejercicio, "La Comedia"; hijos de nuestro tiempo, los bloggers --algunos de ellos extraviados, todos con un afán de comunicar-- desperdigan perlas de conocimiento, en una marea enfadosa de información y no siempre con una prosa decente.
El impulso sin embargo es auténtico y muestra lo mejor y lo peor de la democratización de la publicación de textos.
A esos dos cualidades me atengo, a un impulso y a un derecho y también a que a mitad de mi vida, de repente me sentí extraviado.
Según los manuales de literatura, Dante tomó el promedio de vida de un hombre en los 70 años, así que fue alrededor de los 35 cuando el florentino perdió el rumbo y lo encontró ayudado por la razón y de la mano de la mujer que amó.
Hace tiempo que pasé esa edad, y no veo muchas posibilidades de alcanzar el promedio de vida. Lo que me queda es escribir mientras pueda, para poner en claro mis ideas, para hallar respuestas y consuelo.
Después de todo, para eso han escrito todos los que lo han hecho antes de mí.
Sin importar si la petición de ayuda sea respondida, sin importar si encuentre respuestas, las preguntas o plegarias son un alivio, ¿o quién puede asegurar que William Blake haya alcanzado la guía del Padre?, podemos sin embargo afirmar que la esperanza de consuelo es reconfortante y una fiel compañera para el final.

* Con este texto inicié un blog perdido hace tiempo, lo rescaté por nostalgia y aqui lo pongo.

jueves, 22 de octubre de 2009

La Comedia

“Del arte de imitar en hexámetros
[la Epopeya] y de la Comedia,
hablaremos después”.
Aristóteles


Bitácora del capitán II

En algo estaré un paso adelante de Aristóteles, puedo escribir sobre la comedia y su naturaleza corrosiva y luego esperar que alguien me lea.
Si leyeron "El Nombre de la Rosa", recordarán que el tratado de la Comedia, que suponemos escribió Aristóteles, pero que no llegó a nosotros, fue el motivo de tanta sangre regada.
Nada extraño que Eco situara en un monasterio su trama. Si hay alguna institución que reniegue del sentido del humor es la religiosa.
Su actitud se basa en un prejuicio extendido, que la comedia es frívola y que en su supuesta ligereza no se puede fundar un conocimiento serio.
Los dictadores también sienten aversión por los sarcasmos, sobre todo si se ceban en ellos, tan serios, tan estirados, tan arrogantes.
Y es que el humor tiene como sello su agresividad. Es provocador y mordaz.
“Disculpen si los llamo caballeros, pero no los conozco muy bien”, dice Groucho Marx y la risa está asegurada, dirijan la misma frase a un grupo de diputados y la ocurrencia se vuelve crítica social.
Recuerdo un escrito de Hugo Hiriart, en él decía que el humor, como la poesía, “nos permite entrar en contacto con lo que no acabamos de entender”.
De acuerdo, con el humor tomamos por asalto la realidad. Su carácter sorpresivo, su inesperada aparición ponen de cabeza lo conocido y le dan un sentido distinto.
Pero para que el humor sea efectivo, además de ser inesperado debe ser oportuno.
Si un hombre se nos acerca y nos habla con tristeza de sus penas de amor, Oscar Wilde sería eficaz: “Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras no la ame”.
El sentido del humor se aprende, pero hay que tener una cierta naturaleza para que florezca.
Puedes aprender cálculo integral, o los mecanismos que hacen funcionar un motor de combustión interna, pero el sentido del humor, como el poético ocupan campos distintos.
La peculiaridad del humor, el rasgo que más me atrae de él es su agilidad, sus frases precisas, breves y contundentes. El buen sentido del humor refleja un espíritu alerta.
A Winston Churchill una señora se le acercó en una reunión y le dijo:
- Si usted fuera mi marido, yo le daría veneno... A lo que él respondió: - Y si usted fuera mi esposa, yo me lo tomaría...
¿Es el humor una solución?, más bien funciona como alivio, ¿alguien puede restarle mérito a esa cualidad?.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Un inicio ambicioso

La admiración por los grandes hombres, los grandes nombres mencionados, aluden a una aspiración y no a un ánimo comparativo.
El que este blog remita a Aristóteles no significa, ni de lejos, que el que lo escribe intente acercarse a él.
Del estagirita admiro su curiosidad y empeño para tratar todos los temas con rigor, aunque no siempre con fortuna.
Fue brillante en sus estudios literarios y de ética, tanto como errático con los conceptos de "generación espontánea" o "geocentrismo".
Afirmaba que los testículos existían como contrapeso al pene, al mismo tiempo que expuso los principios de la teoría clásica de la Política o fundó las bases de la Zoología.
Conoció a Alejandro Magno, aquel genio militar, y no sólo lo conoció, tuvo los atributos para ganarse su respeto y educarlo.
Ahora, 2331 años después de su muerte, en una civilización que no imaginó, tecleo esto con idéntica curiosidad pero sin la capacidad del esmerado alumno de Platón.
García Márquez escribe para que sus amigos lo quieran, yo lo hago para que lo lean mis hijos, ¿qué importa que me quieran mis amigos, si mis hijos no me conocen?
Y bueno, esto es una apuesta doble, es posible que al leerlo mis amigos me estimen más, es posible que al leerlo mis hijos lleguen a conocerme mejor, veremos que sucede primero.
Al igual que un náufrago lanza al mar una botella con un mensaje dentro esperando que alguien lo lea, así inicio mis escritos que espero sean los suficientes para dejar constancia de lo que fui.
Cruzo los dedos para que el tiempo y la capacidad alcancen.