martes, 27 de octubre de 2009

Ser o no ser, de eso se trata

5 de 10 Por qué no Soy Cristiano
Bertrand Rusell

Creo que a todos les pasa, a mí me sucedió a los 17 años.
Trabajaba vendiendo pescado y rentando películas en formato Beta, dense cuenta del tiempo que ha pasado, cuando le pregunté a un maestro de Filosofía de la Mariano Narváez, del que no recuerdo su nombre y que era cliente habitual del videoclub, qué pasaba con Dios y con la muerte y la vida y esas cosas.
Se sonrió y me dijo que era normal que me preocupara por eso y de lo que me dijo solo me queda el vago recuerdo de que fuera cual fuera la respuesta que encontrara en los libros, iba a ser incompleta. Tenía toda la razón.
"Crecí con la biblia en la mano", si eso es posible y recuerdo que la leía con regularidad, buscaba en el Nuevo Testamento todas las intervenciones de Jesús, expulsando demonios, corriendo a los mercaderes del templo, o enfrentando las tentaciones del Diablo y siempre me quedé con la sensación de que le faltaban a sus actos un tinte heroico.
En ese tiempo, allá en mi infancia, alternaba mis lecturas bíblicas con las revistas del Hombre Araña y aunque sabía de los campos diferentes que trataban, no dejaba de comparar al hijo de José, con el sobrino de Ben Parker.
No me parece una falta de respeto, era un niño, incluso no me parece una falta de respeto ahora, con tantos años transcurridos.
Pues bien, si en la niñez mis cuestionamientos a la religión eran de forma, en mi adolescencia fueron de fondo.
Regreso al videoclub y al consejo del maestro jarocho.
A instancias de él empecé a leer libros sobre religión, algunos redundantes, algunos lamentables y de entre esa masa de textos y autores surgió un nombre: Bertrand Russell y un libro, "Por qué no Soy Cristiano".
Gracias al Sir inglés vi a la religión con ojos críticos, aunque también gracias a él y a mi edad, me volví bastante provocador, no le rehuía a ninguna polémica religiosa.
Si un libro realmente cambió mi vida de una manera radical fue este, aunque con los años y confirmando lo que el profesor aquel me profetizó, las respuestas encontradas han sido incompletas.
No importa, bien lo dijo Russell: "Lo que los hombres realmente quieren no es el conocimiento sino la certidumbre".

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