jueves, 22 de octubre de 2009

La Comedia

“Del arte de imitar en hexámetros
[la Epopeya] y de la Comedia,
hablaremos después”.
Aristóteles


Bitácora del capitán II

En algo estaré un paso adelante de Aristóteles, puedo escribir sobre la comedia y su naturaleza corrosiva y luego esperar que alguien me lea.
Si leyeron "El Nombre de la Rosa", recordarán que el tratado de la Comedia, que suponemos escribió Aristóteles, pero que no llegó a nosotros, fue el motivo de tanta sangre regada.
Nada extraño que Eco situara en un monasterio su trama. Si hay alguna institución que reniegue del sentido del humor es la religiosa.
Su actitud se basa en un prejuicio extendido, que la comedia es frívola y que en su supuesta ligereza no se puede fundar un conocimiento serio.
Los dictadores también sienten aversión por los sarcasmos, sobre todo si se ceban en ellos, tan serios, tan estirados, tan arrogantes.
Y es que el humor tiene como sello su agresividad. Es provocador y mordaz.
“Disculpen si los llamo caballeros, pero no los conozco muy bien”, dice Groucho Marx y la risa está asegurada, dirijan la misma frase a un grupo de diputados y la ocurrencia se vuelve crítica social.
Recuerdo un escrito de Hugo Hiriart, en él decía que el humor, como la poesía, “nos permite entrar en contacto con lo que no acabamos de entender”.
De acuerdo, con el humor tomamos por asalto la realidad. Su carácter sorpresivo, su inesperada aparición ponen de cabeza lo conocido y le dan un sentido distinto.
Pero para que el humor sea efectivo, además de ser inesperado debe ser oportuno.
Si un hombre se nos acerca y nos habla con tristeza de sus penas de amor, Oscar Wilde sería eficaz: “Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras no la ame”.
El sentido del humor se aprende, pero hay que tener una cierta naturaleza para que florezca.
Puedes aprender cálculo integral, o los mecanismos que hacen funcionar un motor de combustión interna, pero el sentido del humor, como el poético ocupan campos distintos.
La peculiaridad del humor, el rasgo que más me atrae de él es su agilidad, sus frases precisas, breves y contundentes. El buen sentido del humor refleja un espíritu alerta.
A Winston Churchill una señora se le acercó en una reunión y le dijo:
- Si usted fuera mi marido, yo le daría veneno... A lo que él respondió: - Y si usted fuera mi esposa, yo me lo tomaría...
¿Es el humor una solución?, más bien funciona como alivio, ¿alguien puede restarle mérito a esa cualidad?.

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