miércoles, 28 de octubre de 2009

Rulfo y la épica del campo

9 de 10 El Llano en Llamas
Juan Rulfo

El carácter explosivo de este libro no va en relación con su tamaño, apenas son 17 cuentos y no llega a las 200 páginas, pero cuando me decidí a leerlo no me arrepentí.
Tuve una edición de Editorial Planeta, en la que además de estos cuentos, venía "Pedro Páramo", la mejor novela que ha escrito un mexicano, y que consolidó a Rulfo como una figura mundial de las letras, pero en uno de tantos préstamos perdí ese libro sin haberlo leído.
Así que fue en la modesta edición del Fondo de Cultura Económica, en la que conocí la prosa áspera y enjunta de Rulfo.
Las frases cortas y la recreación de ambientes austeros para darle vida a tragedias personales son mi debilidad, ahora más que antes, y creo que fue con estos cuentos con los que se empezó a gestar ese gusto.
Si bien hablo del "Llano en Llamas" como un libro que me cambió la vida, para ser más exacto son algunos cuentos los que más tengo presentes.
El primero es "Diles que no me maten", lo leí hasta el cansancio, inicia como decía Virgilio, "in media res" (a la mitad de las cosas) y de ahí va desgranando una historia de venganza.
El cuento tiene un inicio contundente, vean si no.
--¡Diles que no me maten, Justino!
Anda, vete a decirles eso. Que por caridad.
Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
--No puedo. Hay allí un sargento que no
quiere oír nada de ti.
--Haz que te oiga. Date tus mañas y dile
que para sustos ya ha estado bueno.
Dile que lo haga por caridad de Dios.
--No se trata de sustos. Parece que te
van a matar de a deveras. Y yo ya
no quiero volver allá.
--Anda otra vez. Solamente otra vez,
a ver que consigues.
--No, no tengo ganas de ir. Según eso,
yo soy tu hijo. Y si voy mucho con
ellos, acabarán por saber quien soy
y les dará por afusilarme a mi también.
Con un inicio, un desarrollo y un final perfecto, este cuento me ha acompañado siempre.
Lo leí por gusto, luego en la Normal lo leí por obligación para la clase de Literatura Mexicana, de vez en vez hojeo el libro y siempre me detengo para releerlo.
Otros cuentos también frecuento, como "Luvina", una narración que cualquier aspirante a maestro debe leer, o "Es que somos muy Pobres", ese recuento de desgracias de una familia que no pierde la entereza, o "No Oyes Ladrar los Perros", que me dejó la duda de si el hijo murió o no al llegar al pueblo a lomos de su padre.
Rulfo es una lectura imprescindible y es muy afortunado quien no lo haya leído aún, pues su descubrimiento será una agradable sorpresa para quien le dedique tiempo a su obra.

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