miércoles, 28 de octubre de 2009

La lección de Bradbury

8 de 10 Crónicas Marcianas
Ray Bradbury

"¿Qué ha hecho este hombre de Illinois (...),
para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad?".
Jorge Luis Borges,
en el prólogo de Crónicas Marcianas

Siempre he sentido inclinación por el género fantástico. Alguien, alguna vez me criticó la afición por inútil y no supe que decirle, años después, en una biografía de Tolkien encontré una justificación.
Al escritor del "Señor de los Anillos" lo acusaban de escapismo, de escribir historias de mundos irreales y desentenderse de la actualidad, el filólogo inglés se comparó con un preso que sólo tenía consuelo al mirar por una pequeña ventana de su celda y viendo el recorte del cielo, soñar con salir volando.
¿Pueden criticar los deseos de ese preso? preguntaba; no había necesidad de hablar más.
Pasaron más años y entonces leí las "Crónicas Marcianas" de Bradbury.
Conseguí el libro en la Editorial Minotauro con prólogo de Borges, y esa introducción le dio una dimensión distinta a la colección de cuentos marcianos y a mi me regaló una defensa a mi pasión.
Ahí, en poco más de dos páginas entendí las virtudes de la buena literatura fantástica.
Borges se preguntaba, ¿por qué invenciones fantásticas, por qué las colonizaciones de Marte me conmueven? La respuesta es brillante y la transcribo:
"... toda literatura es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas recurra a lo `fantástico´ o a lo `real`, a Macbeth o a Raskolnikov (...), en este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad...".
¡Cómo quise volver a encontrarme al lejano crítico de mis gustos!, pero no fue posible, de nuevo confirmé que mi ingenio para argumentar se enciende media hora después, o en este caso, algunos años tarde.

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